Los amantes están para aniquilarse.
Van de la mano para decirle al mundo que se despiden.
Se ven a los ojos para descubrirse ojivas nucleares y repiten versos de amor, el uno al otro,
para que tenga sentido el acto de la separación.
Los amantes visten de luz mientras se puede
y después apagan su circo sin hacer ruido (para evitar la vergüenza),
cuando los caballos y los perros amaestrados
y los elefantes
y la trapecista
y el payaso
duermen.
Alejandro Paez.
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