Ahí a donde llego viven otros que no se soportan, que no están bien si no mastican humo de cigarros sentados en un precipicio iluminado con luces rojas y se ponen un aura de alcohol y drogas que les amortigüe el golpe de violento del tedio. Es un mercado de carne, una estación fantasma en el desierto en donde uno espera a que caiga un pequeño meteoro extraviado que ilumine, aunque sea una noche, nuestras sombras tan grises e irremediables.
Es la patria de la duda, rodeada de fronteras invisibles, mounstruosas e infranqueables. Es la soledad, que se ha escapado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios