Messi




Juro que lo que escribieron aquí abajo yo lo quería escribir primero y antes de que sucediera “ese” partido. Tengo una prueba, el 22 de marzo apunté en mi cuaderno el encabezado de un periódico que decía: Messi agota los adjetivos. Sabía a que se referían, vi el juego, Barcelona contra Zaragoza en la Romareda. Era complicado porque el Real Madrid ya había ganado, el rival en turno no era una papita en su casa y a Messi le dolía una muela. Los catalanes estaban nerviosos, pero apenas comenzó el juego Messi anotó el primer gol, luego el segundo, luego el tercero, luego puso el pase para el cuarto y luego vámonos que me duele la muela. Me quedé impactado. ¿A poco me ha tocado la suerte de ver a uno de esos seres humanos al que los otros seres humanos atribuimos poderes no de este mundo? ¿Es como fue Pelé, o Edith Piaff o Aquiles o Einstein o Gardel o Borges? Sería para brindar por tal suerte. El caso es que no escribí nada y luego vino “el juego contra El Arsenal”. No digo más sobre ello, ya lo dijo muy bien el Valdano que escribió debajo de mi. Sólo agrego que no miento ni temo al decir que me dan ganas de llorar cuando lo veo celebrar cada uno de sus goles. Cuando Messi toma la pelota y avanza y avanza y avanza hacia la portería veo por un instante micronésimo la develación fugaz de lo que siempre permanece invisible en el monoacorde de la vida, y se lo agradezco como le agradezco a los poetas. No sé si sea el mejor del mundo ni si habría que compararlo con alguien o con algo, y no me interesa, en todo caso yo lo compararía con una canción o con un viento fuerte. Admiro por igual sus pies de cera de Campeche que su voluntad de guerrero de infantería y su suerte infinita, la suerte de jugar en el Barcelona. Hablaremos de ellos con nuestros hijos o nietos y diremos cosas como: nunca ha existido un equipo como ese de Guardiola. Y nos verán con cara de que estamos chocheando y los veremos con cara de en serio, no tienes ni idea, yo vi jugar a Messi. Disfrutémoslo ahora que conserva cierta pureza y antes de que algo nos lo arrebate, algo como una patada artera o una losa de miedo como la que le cayó a Ronaldo.

Ante las emociones peregrinas aquí expuestas, creo que no hay excusa para juntarnos, cual peregrinos, el sábado próximo a ver el partido contra el Real. Por lo menos el Valdano de abajo y yo. Propongo un botanero.

Abrazo.

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