Dentro del casco oxidado de un
avión varado sobre la playa, un niño escribe en un idioma que no conoce. Días
antes, encontró tirado bajo un muelle seco y en ruinas un objeto brillante con
un teclado. Nunca ha hablado con nadie en su vida. Fue criado por una manada de
animales que no se parecen a él. El lugar no tiene nombre, pero existe. Sobre
la luz del objeto aparecen las figuras: USTED ESTÁ EN: HTTP 495.0000.94. Toca
la cosa que brilla y surge una imagen de algo parecido a él, pero diferente, su
piel es arrugada y su pelo es raro, con algo sobre la cabeza. Debajo ve una
serie de símbolos que no entiende: URGE HABLAR CON ALGUIEN.
El niño acaricia la pantalla. Se
había dado cuenta de que si su dedo rozaba, por ejemplo, la figura P, en una
ventana más pequeña aparecía la figura P. Es el tercer día que impresionado juega
con su hallazgo.
De repente, la figura en la pantalla comienza a moverse. Inmediatamente se oye
un ruido: Hola. El niño escucha, sólo escucha.
La figura con arrugas dice: ¿Dónde éstás?
El niño sólo abre los ojos emocionado.
La figura con arrugas dice:
¿Sabes hablar?
El niño sólo abre los ojos
emocionado.
La figura con arrugas: ¿Hay
alguien contigo? ¿Estás solo?
El niño sonríe, acaricia la figura que hace ruidos.
La figura con arrugas dice: Mira, yo estoy solo. Estoy codificando dónde estás tú. No sé cuanto tiempo tengamos. Si ves a alguien dile esto: Hasta donde sé, los seres humanos ya no existen. Yo me salvé porque soy parte de la exploración a Europa, el satélite de Júpiter. Cuando volvimos ya no había nada. Ahora estoy solo, mis dos compañeros, una pareja, se suicidaron porque... bueno, eso no importa, pensaban que era lo mejor para el planeta, ¡pero eso no importa! ¡Hace años que tengo esta señal abierta buscando a alguien! ¿¡Me entiendes!?
El niño suelta una pequeñísima carcajada. Contento, toca otra vez la pantalla. El hombre hace lo mismo. Pone su dedo sobre el dedo del niño, lo sigue a donde se mueve. Como por un instinto, el niño lo quita. El hombre lo deja ahí. El niño ya no sonríe. Lentamente, acerca su dedo con cuidado, toca la luz brillante, lo desliza y observa que el dedo del hombre lo sigue, luego lo mueve al lado contrario, igual. Luego arriba, luego abajo, luego rápido. El dedo del hombre hace lo mismo. El niño sonríe otra vez.
Se escucha otra vez el sonido
del hombre viejo: OOOOOOOOOO LAAAA
El niño, con el dedo levantado,
repite: OOOOO… LA
El hombre viejo sonríe.
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