La de la casa

¿Sabe qué señor?
nada me basta,
ni me llena.
Mi alma, señor,
es un colador,
un colador oxidado…

¡Dichoso usted y sus lindas niñas
porque eso es mejor que cuidar perros bravos y hoyos negros a estas horas de la madrugada!

Que dios le  bendiga a usted y a su puto dios que le miente…
y sí…
yo sé señor, que ya van a cerrar,
pero es que usted no ve
que afuera hay una enorme calle vacía
en donde yo soy lo único,
y doy miedo a las paredes,
porque a través de mí escuchan
el maldito eco del inicio del universo
y doy pena,
porque soy un beso torpe que se arrastra
y me doy miedo señor,
porque nada me basta
y ¿sabe qué?… eso, señor mío, 
inevitablemente
es suficiente.

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